Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
- Kaixo! ¿Perdona, nos conocemos? - Preguntó una tía que venía corriendo.
Era la cantante. Querría una explicación y tendría que contarle que en realidad no voy por ahí besando al aire a gente que no conozco.
Yo lo que quería era irme a mi casa.
- No se... es que con ropa y tal...
- Jaja ¿Que?.- Preguntó confusa.
- No nada.- Sonreí después de la cagada. Solo hay dos cosas que no me gusta de contar un chiste, no tener que reírme para que haga gracia y tener que explicarlo.
- Es que como he visto que me saludabas y hacemos tantos conciertos, pensé que te conocía de alguno, o algo... - Dijo ella.
Para empezar creo que si los conciertos eran tan amenos como ese, no sería muy difícil aprender hasta la letra en el DNI de cada asistente.
Pero era la única chica aceptable con la que había hablado en toda la noche, así que se merecía una par de frases amables.
- ¿Lo del saludo? Buff es una larga historia...- Dije.- Bueno y ¿Soléis hacer muchos conciertos?.- Pregunté.
- Unos cuantos. Pero es la primera vez que actuamos por aquí.
- Am... ¿Y de donde sois?.
- De Bilbo.
- ¿¿De donde??
- De Bilbao.
- ¿Hablas en vasco?
- Hablo en euskera.- Dijo tajante con una sonrisa.
- Uff, yo es que de vasco... perdón, 'euskera' sólo conozco: taberna, zulo, kale borroka y eta.
- No viajas mucho, ¿no?.
- Si me caes bien, puede que te haga una visita.
Se llamaba Haitzea, y al contrario de lo que acredita la leyenda popular sobre las vascas (o las portuguesas). No era la típica levantadora de piedras.
Tampoco una mujer uniceja o de pelo en pecho.
De aspecto delicado, Haitzea tendría uno o dos pares de años menos que yo.
Blanca de piel. Su pelo ondulado y algo despeinado, le daban un toque agresivo muy sensual.
Sus ojos parecían no tener fin. Mirada profunda.
Aunque era algo bajita, tenía buen escote. No me importó inclinarme para entenderla mejor.
- Bueno, ¿Tu eres de aquí, no?.- Me preguntó.
- Si pero oye que...
Antes de poder explicarle que me iba a despedir de un amigo por que ya me marchaba, añadió.
- .. ¿Podrías venir con nosotros y enseñarnos un poco la zona?.
Vale, eso era bueno, pero no quería arriesgarme a hacer de guía gratuito a gente que no conocía mientras hacía de aguanta velas.
- Y tu novio, ¿dónde está?
- Tu preguntas mucho, ¿no?
- Es que soy muy curioso para según que cosas...
- Claro... .- Sonrió.- Bien ¿Que me dices?
- Creo que una chica tan guapa como tu tiene que tener un novio, como mínimo.
- Que pavo. No era eso. Y aún no te he dicho si tengo novio.
- ... ¿Para que hacerme sufrir entonces?
- ¿Para que contarle algo a un desconocido que ni siquiera me saca de fiesta?
- Mejor te lo digo mañana en el desayuno, cuando haya más confianza.- Contesté.
Se descojonó.
- Buff yo es que hace mucho tiempo que no salgo, lo mismo no están los mismos sitios que conocía y... .
No pude volver a acabar mi excusa cuando respondió.
- !No pasa nada haivalaostiá, vente y nos haces de guía vaa!.- Dijo Haitxea, y me lanzó un puñetazo en el hombro de lo más masculino.
- Haitzea ¿Zer moduz? (¿Que tal?).- Preguntó el batería, que había salido a la calle preocupado.
- Epa , ondo. (Hola, bien)
- Kaixo! Ohhh zorionak Haitzea ¿Quien es este txakurra piyuela?.- Preguntó la bajista que iba to ciega y acababa de aparecer también de la nada, como un personaje manga.
- Un fan que teníamos por aquí.- Dijo guiñándome un ojo.- Y nos va a enseñar un poco la zona.
- Bai, eskerrik asko. (Vale, gracias).- dijo el batera.- Pero si dejas de ligar un poco y ayudas a recoger iremos más rápido.
- Ups, Sentitzen dut. (Ups, Lo siento) .- Dijo Haitzea, que se había puesto roja.
- Oso polita zara!.- Dijo la bajista dirigiéndose a mi y soltó una risilla etílica que no debió sentarle nada bien al vasco, por la mirada de desagrado que me lanzó y por como se la llevaba de vuelta al local.
- ...¿Necesitáis ayuda?.- Pregunté para romper el hielo.
- Claro, ven.- Dijo Haitzea.
Desmontamos el material y lo cargamos en la furgoneta.
A pesar de la sudada valió la pena ya que el dueño del bar nos puso la última copa gratis para hidratarnos antes de cerrar.
Al salir del bar los otros dos decidieron marcharse al hostal a "dormir", ya que mañana madrugaban para tocar en otra ciudad. Ella se quedó conmigo.
- Bueno, ¿me dirás ya si tienes novio o tengo que adivinarlo?
- Ah, no,no tengo.
(No os confiéis: que el enemigo no tenga artillería pesada no significa que la batalla esté ganada.)
Fuimos a un local hippie/underground donde había gente de mil raleas.
- Valla, este sigue vivo.- Comenté.- Especialidad en mojitos.
- Alaah mira que pelo .- Dijo Haitzea señalando a unos tipos en la puerta.- ¡Creí que era un sombrero!
- No. Es un emo.- Contesté.
- ¿Pero es maricón o algo o porque va vestido así?
- Yo que se, si quieres pregúntaselo. ¿No hay muchos emos por el norte, eh?.
- No sobrevivirían.
Entramos al estrecho local. Nos sentamos en la barra. Pedí un par de mojitos.
- ...Si ves que no es lo tuyo...
- ¿Qué?
- No, nada... que si quieres podemos pedir un calimotxo o un cóctel molotov...
- Ja-ja-ja .- Fingió sonreír mientras levantaba el puño a mi hombro y luego lo dejaba caer. ¿De donde sacaría la fuerza con lo pequeña que era?
Terminamos el mojito y empezamos otro. Así varias veces, no se, perdí la cuenta.
Salimos del local en dirección a ninguna parte. Donde nos llevara el viento.
Caminando por una de las calles vi por casualidad a Princesa con un tipo. Unos de esos ciclaos que tanto le gustaban.
De esos que cuando no les quedaba dinero para alcohol por que se lo habían gastado todo en Armani y estanozolol bebían Calvin Klein para no bajar el style.
Estaban entrando en un bar y un segundo antes se giró y nuestras miradas se encontraron.
Creo que le sonreí. Ella apartó la mirada y entró indiferente.
¿En que momento justo conseguí olvidarla?. No lo se.
Simplemente el amor que sentí por ella se cayó de mi corazón, al suelo. Alguien lo pisó.
Ahora es basura. Se ha mezclado con el polvo de las esquinas.
- ¿Qué te ocurre?.- Dijo Haitzea a mi lado.
- Nada, fantasmas del pasado.- Contesté.
Acabamos en la playa caminando descalzos por la orilla.
Nos sentamos en una cala al final de la playa. Era una noche clara. El cielo estaba muy limpio y la luna llena lo bañaba todo.
A lo lejos un grupo de hippies tocaba la guitarra y hacía malabares alrededor de una hoguera. Al son de las olas de Julio y tripis varios.
- Hace un poco de fresquito.- Dijo Haitzea mientras se arrimaba a mi hombro haciéndose un ovillo.- tendría que haberme traído algo.
- ¿Una chapela?.- Pregunté.
- Uuuuh que ostia...
Me levanté y me puse detrás de ella, abrazándola. Apoyó su cabeza en mi pecho y se acomodó.
Los hombres no solemos decirlo, pero no es una postura cómoda si no tienes una pared detrás.
Es como el mito de dormir abrazados. Malo. Al final acabas con el brazo hecho un corcho por ser "cortés" y ella con tortícolis al día siguiente por dormirse siempre la primera.
- Me gusta el tatuaje de tu hombro.- Le dije al cabo de un rato.
- Es céltico, significa 'equilibrio'. Es algo que me falta en la vida.
- Entonces yo debería hacerme uno en la frente.- Dije.
Volvió a reposar el cap. Nuestras manos acabaron jugando a las caricias sin darnos cuenta. Cerré los ojos y sentí la brisa envolviendonos.
Caricias con un dedo, avanzando entre las fronteras de las líneas de su mano, subiendo por la muñeca, antebrazo y bajando otra vez... volviendo a subir hasta el hombro, cuello...
En la última caricia rocé sus labios muy despacio.
Se giró. Nos miramos. La besé.
Al rato se apartó y me dijo:
- Sabrás que después de hoy será muy difícil seguir con esto, a mi me encantaría conocerte más pero son muchas cosas que...
- Shh... .-Le tapé la boca con un dedo y con la otra mano acerqué su cara lentamente hasta unir nuestros labios... nuestras lenguas.
De princesas sin corona... Arena y alcohol (cap. 4)
Y con la luna como (espero) único testigo nos arrancamos la ropa.
Tenía un cuerpo magnífico. Lo bañé de besos con sabor a sal. Nuestras bocas estaban tan juntas que sólo pudimos respirar por la nariz.
Amor de circunstancias hecho en una madriguera. Como si fuese el último día de todo. Soy consciente de que esto no puede durar eternamente.
Hicimos de la playa nuestra cama. De música de fondo el sonido las olas del mar.
Y como preservativo...
- !¿QUE?!.- Dijo Haitzea .- ¡No me jodas! ¿Será una broma?
- !¿Y tu no llevas algo por el bolso?! Las tías lleváis de todo, mírate a ver.
- NO! Para eso confiaba que los tíos...
- Nunca...confíes en los hombres! ¿No te lo enseñó tu abuela?
Los hippies se habían marchado. Recorrimos las calles cogidos de la mano en busca de algún bar abierto, pero amanecía y ya quedaban pocos, y de esos ninguno con la puta maquinita de los condones.
Acabamos sentados en un portal sin saber que hacer.
- Escucha... Me tengo que marchar ya - Dijo al fin. Seis palabras, seis puñetazos.
- Tranquila, tal vez el destino lo quiso así.- Contesté.
En realidad no me importaba mucho que se fuera, no estaba enamorado de ella, pero mi lado troglodita pedía sexo, sexo animal, salvaje.
En definitiva sexo que una mano, por mucha técnica, nunca te podría dar.
- El destino no te salvará la próxima vez sagutxo.- Dijo golpeándome el hombro, que se había vuelto ya una costumbre.
- Escucha, toma.- Sacó un papelito y un boli y se apuntó mi número de teléfono.- Así si a la vuelta pasamos por aquí... continuamos por donde nos quedamos.
(¿Porqué podía llevar un boli y no un puto condón en el bolso?... la vida es cruel.)
No estaba triste. Sólo hay una palabra te puede llevar al cielo y consumir la vida.
Y no era eso lo que sentía por Haitzea.
- Bueno ya nos veremos... Agur.
- Adiós.
De camino a mi coche me acordé de Miguelillo. También recordé que llevaba el móvil encima, aunque apagado. No me gustaba eso de que telefónica me jodiera el esperma gratuitamente.
Lo encendí y aproveché para apuntarme el número de Haitzea mientras leía las diecisietes llamadas perdidas de Miguelillo y cuatro mensajes.
El último de hacía diez minutos.
Dirían algo así:
1º.-"tio, esttoy con la sandrag esa crrreo que le molog. Vengte y nos vamos todos a su caggsa"
2º.-"tio la sandra esa m'ha dicho que no puede dejar a su amiga sola, vente por tu padre"
3º.-" Oyes, voy a estar en el coche follándo, si vas al bar espérame ahí"
4º.-"... Puta mierda, te espero en el coche, por cierto, al tuyo le han hecho la del pulpo, ya lo verás"
(Se podía apreciar como el alcohol iba cesando su efecto a menudo que iba pasando la noche.)
Llegué al coche. Miguelillo estaba dentro sobando. Tenía todos los cristales empañados y dudé de que estuviera acompañado.
Golpeé ligeramente el cristal y salió. Estaba solo.
Después de cagarme veinte veces en el hijo de puta que se le ocurrió que era gracioso clavar un destornillador en algunas ruedas, Miguelillo me insistió en llevar a casa.
No estaba seguro de que ya se le hubiera pasado el pedal, pero tampoco quería dormir en la calle.
Me subí a su seat ibiza rojo de catorce años. Si el diablo te lleva al menos que sea en coche.
De camino me contó su historia. Era un claro ejemplo de "bat-factor".
El factor murciélago o bat-factor, consiste en:
La tía a la que te arrimas va con una amiga de un metro veinte, baja, gorda, depresiva e hija de puta.
En cuanto ELLA considere que te sobrepasas con la amiga o en cuanto vea que planeáis marcharos, cogerá a la amiga por banda, y en medio minuto la tuya vendrá y te dirá que se debe ir de inmediato, dejándote con cara de tonto.
- Tío, lo había intentado todo para que se quedase, pero la otra blocapoyas ahí jodiendo. ¿¿Tu sabes lo que es quedarse con las ganas estando tan a punto??
- Puedo hacerme una idea perfectamente, pero no le des mucha importancia.
- ¿Como que no?... ¿¿Oye tu no serás marica??
- Conduce capullo.
Somos manipulables porque el sexo se nos ha impuesto como un bien escaso, como un objetivo en si, como algo raro, extraño, COMO SI FUERA LA PANACEA DE LA FELICIDAD, el vellocino de oro.
Y hace tiempo que dejó de ser algo normal que forma parte de cada uno.
Llegué a casa y me despedí de Miguelillo.
Fui directo a la cama. Estaba tan cansado que me acosté vestido con la almohada en la cabeza por no bajar la ventana.
No tardé en sobarme. Al rato sonó el teléfono. Lo tenía en la mesita pero no lo cogí. Volvió a sonar... siguió sonando...
- ..¿Siiii?.- Contesté con voz cazallera.
- No te voy a preguntar si sigues enamorado de mi.- Dijo Princesa.- Infanticida!
- Ufff... ¿No puedes llamar dentro de 12 horas?.- Dije aún con la almohada encima de la cabeza.
- Nunca hubiera creído que empezarías a salir con una mocosa que podría ser tu hija.- Repitió indignada.- Y, además una hippy que seguro no se baña nunca.
- ¿Que payasadas estás diciendo?
Tenía ganas de apretarle el pescuezo y de echarme a reír a carcajadas. No, no era broma. ¡Me estaba haciendo una escena de celos!
- Por si quieres saberlo, en este momento te odio con toda mi alma y quisiera que te murieras.- Dijo ella sordamente.
- Parece que los sentimientos son mutuos.
-¿La quieres a esa hippy asquerosa? .- Me preguntó.- ¿La quieres más de lo que me querías a mí?
- A ti yo no creo que te haya querido nunca.- Le aseguré. Tu eras para mí lo que era para ti mi música: una enfermedad. Ahora me he curado.
- ¿Ah, sí? Pues ahora me da menos remordimiento que te hayas tenido que venir andando.- Se rió. No sabía que estuve saliendo con una psicópata.
- Superalo de una vez. Puta niñata.- Lo dije muy tranquilo. No me apetecía discutir.
Colgué y desconecté el teléfono. El de abajo estuvo sonando un largo rato, pero se oía de fondo así que pude dormir tranquilo.
(continuará)
jueves, 26 de junio de 2008
De princesas sin corona... (continuación del 3, parte del 4)
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4 comentarios:
Si SeñoR!
PoR fin Mi cuaRta PaRte TaN DeSeaDa!!
poR cieRto,,He DiCho aLguNa Vez Lo Qe odio a pRinCeSa??xD!!
eSq aDemaS La PongO CaRa...BuSca uN CaPituLo De fRieNds eN Qe SaLe uN ChiCa LLaMaDa pReCioSa y eS eSa CaRaa!!!jajajaj
uN Beso!!
eSPerO La 5º eNtreGaa!!
jajajajaaja no se quien dices!! pero pasamela cuando te conectes!!
P.D:
Me alegra que gente como tu me haga seguir escribiendo.
Franky
No fue "exactamente" así jajaja
P.D:
Aunque eres un cabrón y no parabas de meterte conmigo ¬¬'
Ixi
"ENAIZ ILKO BIURTU GAB!"
... Que tienes en contra de l@s emos? ¬¬'
Cris
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