Pasaba toda la mañana fuera de casa trabajando de teleoperador en una empresa de seguros.
Lo odiaba, pero necesitaba pagarse la vida y la carrera (la cual le absorbía parte de esta).
Y cuando llegaba al piso de alquiler, se limitaba a completar sus necesidades básicas:
Picar-->comer, ver un documental de La 2-->sobar (siempre por ese orden), irse a entrenar si tenía ganas o tocar la guitarra y leer.
Estudiar era para la última semana desde siempre, no le preocupaba.
Tampoco precisaba de grandes lujos, sólo un PC (sin el Vista), con altavoces y línea telefónica.
Mareaba de vez en cuando mirando por la ventana de su escritorio, mientras naufragaba por internet.
En ese piso de 4 habitaciones (contando el aseo que haría las decilicias de Zulo para cualquier kaleborroca) solo habían 2 ventanas. Una en el escritorio. La otra estaba en la cocina, y daba a una galería donde al mediodía se mezclaban exóticos olores de cocidos y sopicaldos varios.
Le encantaba que en esa habitación se pudiera ver el cielo, sobretodo el atardecer, lástima que no hubiera espacio suficiente para un colchón, se lamentaba. Le gustaba despertarse con el sol.
Pero lo que más le gustaba de cielo eran las nubes.
No entendía de nubes pero las clasificaba en dos tipos: en forma de "nata montada" y en forma de "nata montada a los 5 minutos de estar moneando con la cuchara".
Muchas veces los compañeros de trabajo quedaban para comer, hablar de su "yo" y de sus "mis"... ego-cosas en general.
Y cuando le preguntaban si venía, sólo respondía: "tengo cosas que hacer", por no decir "ya tengo una vida en otra parte".
No es que le disgustara la gente, sólo le gustaba vivir a su manera.
Demasiado era estar encerrado en la caja negra de lunes a viernes.
A veces creía que el mundo no estaba hecho para él, que el "ser normal" era un final sin opción y tarde o temprano tendría que asumirlo. Lo que algunos llamaban "madurar", o ser un Zombie con una escoba en el culo, como prefería definirlo él.
Y mirando al techo pensaba en lo que sería...
...la satisfacción del conformismo. La aceptación del rebaño. El NO de la razón consolado por el SI de los tontos...
Ni pensarlo.
Llevaba cerca de 3 meses viviendo en aquel piso, y las tardes que se quedaba en casa las dedicaba a: lo que hiciese y soñar despierto.
Algunos días el cielo parecía arder, y se imaginaba estar en la montaña más alta rozando las nubes con la mano, o en una playa virgen del pacífico. Mirando morir el sol, con la compañía de su sombra, sus pensamientos... y un mojito.
Vivía en un mundo de ratas.
Un laberinto con la altura suficiente para mantenerlas cautivas y en producción, sin poder ver más allá.
Pero él sabia que tenía alma de pájaro, aunque de pájaro con alas llenas de mierda.
Necesitaría una buena sacudida para quitársela de encima.
'Ya queda poco' se decía a si mismo, mientras esperaba el momento en que poder unirse con el cielo, y volar al atardecer por encima de todo aquello.
sábado, 26 de abril de 2008
Vaso medio lleno. (2ª parte)
Tags
Relatos
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
1 comentario:
Hola soy una emo cachonda, me ha mola tu blog, mi novio tiene uno con dibujitos de demonios malignos que molan mas, ahora lleva mochetes de color fuxia.. ohh amo la muerte casi tanto como a él
Saludos desde el infierno
Publicar un comentario