Algo de música para acompañar:
- Ya lo dejamos claro cuando empezamos, pero... ¿A que viene eso ahora?.
- No me encuentro a gusto.
- ¿A gusto?... Ah! vale. No estas a gusto... ¿Es eso? Muy bien...-Dijo, y empezó a moverse por la habitación de un lado para otro.
- Sabes que esto no dudaría para siempre. No quiero que te cabrees.
- No, claro. ¿Por qué habría de hacerlo? Esto me parece cojonudo. Total, he cruzado veinte países para estar contigo y sólo he estado equivocada !!todos estos putos meses¡¡.- Dijo ella. Y en sus ojos apareció un destello totalmente distinto al de cualquier bala que hubiera disparado antes.
Era una mujer fuerte, pero ahora no debíamos estar juntos. Ella lo sabía. Siempre lo supo, sólo que no quería aceptarlo.
¿Pensamiento frío?.
Tal vez. No recuerdo cuando fue el momento que perdí aquella inocencia que todos solemos tener. Ahora era más como un arma.
Sólo servía para una cosa.
- Toma, vendrán a buscarme aquí.- Le dije.
- Sabes que odio esa puta mierda.- Dijo ella cuando fui a entregarle la pistola, y la apartó de un manotazo.
Me quedé mirándola como quien mira a alguien por última vez sabiendo que no volvería a oler su pelo cada mañana, ni sentir su cuerpo bajo las sábanas cada noche. Algo hizo amago de encajarse en mi garganta.
Nos quedamos unos segundos en silencio. Desde la calle llegaba el rumor de los coches pasar.
Tragué saliva. Me agaché a su altura y mirándola fijamente a los ojos, le escurrí las lágrimas de las mejillas. El rimel se le había corrido un poco. Aún así siempre estaba preciosa.
- No volveremos a vernos... verdad?.- Me preguntó con los ojos vidriosos.
No dije nada. Acerqué su cara a la mía, y nos besamos muy lentamente.
Un helicóptero sonaba en la distancia.
- Es tarde.- Dije. Me puse la chaqueta, cogí la mochila y abrí la puerta. Abajo estaba un taxi esperando.
- Te quiero.- Me dijo cuando salía.
Pare medio segundo, y cerré la puerta tras de mi.
Si fuera un tipo normal hubiera sentido lástima.
Cuatro meses huyendo ya eran suficientes. Siempre había tenido claro dos cosas.
La primera era que no puedes confiar en nadie. Ni en ti mismo.
La gente era mala. Imagina cuanto si ya la cuarta persona mató al hermano.
La segunda, que más vale morir de un tiro que vivir de mala manera. Lo malo era el miedo a esperar que llegase ese momento.
Y lo único que había conseguido hasta ahora era una copia de la vida que nunca tuve.
Le había dejado otra pistola en las manos a Sophie mientras la besaba. No dijo nada.
Entre al taxi. Y de la mochila saqué mi viejo cuaderno. En la última página estaba la dirección donde me dirigía.
En el borde un verso escrito hacía noches mientras ella dormía:
Y encuentro mas pesar en mis andares, que en cien tumbas sobre mi...
2 comentarios:
Epa! con la musiquilla se me han puesto al final la piel de gallina¿Cómo lo consigues a esa distancia? xD
Oyesss q prefiero no estar metiéndome en la cuenta q es un coñaaazo xo yo te sigo eh! ;)
Besoooo agurrr
Muy bonito xo te quedas con la duda. ¿Piensas continuarlo? :P
Un besito!
Carla
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